Dice Purdy que “hablar hoy de ecología de los pobres o justicia ambiental es llamar la atención sobre las afecciones y desigualdades que sufre la gente más pobre (contaminación aire, desechos tóxicos, servicios -incineradoras- etc se concentran en los barrios más pobres)”, poniendo el acento en cómo las consecuencias las principales afectan mayoritariamente a las clases populares y los territorios más económicamente empobrecidos. Al mismo tiempo Latour apostaba por el surgimiento de una nueva clase social, una clase geosocial, ecológica, del mismo modo que en el XIX aparecieron socialistas o liberales. Esa nueva clase recompondría la lucha clásica, porque para defender un río, ejemplo que ponía Latour, esa nueva clase podría aliarse con socios que quizás eran enemigos en la antigua lucha social. Entendía así que la lucha de clases, hoy, es una cuestión de habitabilidad del planeta, más allá de la pobreza o la desigualdad. De esta forma, parte del ecologismo ha resuelto, al menos temporalmente, el enorme conflicto que supone que una parte del ecologismo o de las medidas de transición ecológica parecen que “odian la vida de las clases populares”: los coches viejos de gasoil que no has podido reemplazar por uno más ecológico, el transporte en vehículo privado cuando donde vives no llega el transporte público de forma razonable, calderas, radiadores y catalíticas cuando no puedes invertir en aislamientos y fuentes energéticas más sostenibles, fertilizantes y otros químicos cuando quieres sostener tu pequeña producción…
Martines Alier, en su texto Ecología de los pobres, ya advierte de esta realidad y cómo una mejora ambiental no puede ser a costa de empeorar la distribución económica de las personas más pobres. En este caso se refiere a las luchas contra la contaminación en Delhi y cómo el gobierno de los ricos puso en el centro del conflicto la contaminación industrial y no la derivada de la movilidad individual. El resultado fue el desplazamiento de las grandes industrias a zonas más periféricas obligando a sus trabajadores a invertir mucho más tiempo en desplazarse a las fábricas o abandonar determinadas zonas de la ciudad. Como decía Visvanayhan, esta medida “sentenció a miles de personas que viven tiempos difíciles”.
La ya indiscutible crisis ecosocial ha convertido al ecologismo en ideología de gobierno, donde algunas de las medidas implementadas afectan directa y desproporcionadamente a formas de vida populares. El ecologismo a día de hoy es un campo en disputa. Como decía también Latour: la ecología no crea consenso, sino disenso, y nos conviene salir de ese falso tratado de paz cuanto antes. Si el proyecto ecológico quiere alcanzar autonomía, debe reconocer sus objetivos en base a esos conflictos. La ecología política tiene que aceptar que conlleva divisiones y ha de ofrecer una cartografía convincente de los conflictos que genera. Así es como se podrá definir un horizonte común de acción colectiva. En este curso intentaremos afrontar este conflicto introduciendo de forma central la cuestión de la clase cómo elemento indispensable para orientar esta acción colectiva.
METODOLOGÍA
El curso se compone de siete sesiones que incluyen una sesión de presentación, una conferencia y las sesiones regulares del curso. El curso se desarrolla en dos bloques. Un primer bloque donde abordaremos el marco teórico de esta discusión desde la perspectiva de la economía y ecología política. Y un segundo bloque en el que trataremos de aterrizar y ejemplificar las tesis expuestas a través de tres cuestiones concretas. El curso comienza con una sesión inicial de presentación del curso, sus objetivos y contenidos principales, así como de presentación y diálogo de las personas participantes.